Coja


Soñé que me dolía una pierna…empezó como una pequeña molestia, que unos días estaba y otros no, pero que poco a poco se iba apoderando de mis horas y estaba siempre ahí, casi imperceptible, a veces, dolorosamente desgarradora, tantas otras…Yo seguí mi vida, tratando de no pensar en la pierna, de no escuchar las quejas de mi cuerpo, aunque en ocasiones era inevitable que ocupara todo mi pensamiento y no sentía ni veía nada mas que no fuera mi pierna dolorida. Trate de ignorar el dolor, de hacer mil cosas para distraerme y no pensar en el, pero siempre aparecía, punzante, intenso, real…Tuve que ir al medico, cuando el dolor se hizo insoportable y no me dejaba ni comer ni dormir ni casi, casi, respirar…No quería escuchar que me podría decir. Tenía miedo. Miedo de que fuera algo malo, miedo de no poder soportarlo, miedo de no saber como afrontar el diagnóstico…pero cuando el dolor venció al miedo tuve que ir. Pruebas y mas pruebas, exámenes, análisis, dudas, miles de segundos, minutos y horas analizando mi pierna y ese dolor que se me acababa extendiendo por todo el cuerpo hasta ocupar mi cabeza, mi corazón, toda mi vida….El diagnóstico era claro: mi pierna se estaba muriendo. Dos soluciones: o cortar por lo sano, con la posibilidad de que volviera a crecer la pierna, quizás sana, quizás no (las cosas de los sueños), o tratar con mil curas, que no aseguraban nada, pero tal vez podían hacer menguar el dolor y que viviera con una pierna enfermita, pero entera….Decidí cortar. Arriesgar. No podía soportar el dolor. No podía soportar la idea de vivir con una pierna lisiada. Preferí cortar, quedaba así la posibilidad de que creciera sana…o no….pero me agarre a eso, a que quizás volviera acrecer sana, plena, joven y fuerte como siempre. No la quería lisiada, no la quería dolorida….

Lo primero después de la operación fue una gran paz. Una gran sensación de respiro, de libertad. Buscaba el dolor dentro de mí y no lo encontraba. Se había ido. Se acabó. Volví a respirar, a reír, a dormir, a comer…pensaba como había tardado tanto en decidir cortarla, me sentía aliviada, ligera feliz…pero pronto empecé a recordar los paseos que daba por la orilla del mar, los viajes con la mochila a la espalda, los saltos de alegría…empecé a recordar miles de momentos agradables que había vivido con ella, completita...antes, el dolor y el miedo habían borrado todos los recuerdos buenos que ahora iban surgiendo uno a uno, delante de mis narices de mujer madura sin pierna. Y sentí pena, pena por la pierna que ya no estaba, por los momentos buenos juntas , …no es que quisiera recuperarla, mi cuerpo seguía recordando el dolor de los últimos días y temblaba solo de recordarlo, pero en cierto modo la añoraba y lamentaba terriblemente que no hubiera podido ser una pierna sana como las demás….

Ahora me quedaba aprender a vivir sin pierna. A conocerme así, a aceptarme, a volverme a querer y a esperar, quizás, que otra pierna volviera a crecer…

(He mirado mi sombra:Justo después de escribir esto. Y, sin poderlo evitar,he buscado si tenia las dos piernas, una ,dos, bien..Tiene también los dos brazos, las dos manos, todos los dedos...pero no tiene cabeza..a cambio, tiene un corazón enorme en medio del pecho, rojo, que contrasta con el rojo de la sombra....) Enero 2009


Comentarios

  1. Fabiola se va. Se está muriendo, me está diciendo adiós poco a poco y yo no sé como evitarlo. Me siento impotente, intento darle amor, cuidarla, darle todo lo que necesita, pero se va apagando de forma irrefrenable.

    Fabiola es una planta, la única planta que tengo en casa. Me la regalaron hace un par de años advirtiéndome que seguramente se moriría, que su cuidado era bastante complicado. Yo al principio la cuidaba de la forma habitual, y la planta siguió viviendo sin problemas. El caso es que dejé de echarle cuenta… Jose María cuando vivía aquí me decía que era una planta inmortal, que yo pasaba de ella y seguía ahí, viviendo… un tiempo después empezó a ponerse fea, y decidí ponerle un nombre, para acercarla más, para tenerla más en cuenta, para hablarle de vez en cuando… y funcionó. Pero sólo durante un tiempo. Ahora Fabiola se muere, y hace poco un amigo me dijo que las plantas reflejan muchas cosas de su dueño… de lo que es capaz de hacer por otro ser vivo, y algo así como “cuidamos una planta igual que a nuestro Yo interior”…

    Fabiola se está muriendo. Temo que sea un mensaje de mi Yo interior, que me está pidiendo ayuda… pero por más que riego a Fabiola, por más que la acerco al Sol, creo que ya no hay marcha atrás… Por más que busco que es lo que puede fallar, no sé el qué, y sin embargo...

    Si Fabiola muere, compraré otra maceta, seguramente más bonita que Fabiola, y de interior, que se adapte más a lo que yo necesito... pero entonces viviré temiendo que también se mustie, y acabaré pensando que soy incapaz de cuidar de mi mismo o de otra persona que esté a mi lado…



    En fin, miembros mutilados, plantas en la UCI, partes de nosotros que se van y otras que pueden venir... Evidentemente este texto no habla sólo de Fabiola, habla de muchas cosas más y creo que se acerca un poco a algún sentimiento que tu demuestras en tus lineas... No es lo mismo, pero es igual o al menos parecido...



    Me hace pensar que todo el mundo escribe las mismas cosas, pero con palabras diferentes...

    Un beso
    (esto es de mi hermano Juan, se lo cojo prestado, espero que no le importe...)

    ResponderEliminar
  2. tía, pensaba que la de la pierna eras tú... y me he dicho, joder y si las veces que la he visto estaba con una prótesis, y yo sin saberlo?


    perri

    ResponderEliminar
  3. perriii
    en verdad estoy llena de protesis, pero las disimulo bien :P
    besolesss

    ResponderEliminar
  4. Ummm oye pues sabes que Fabiola sigue viva???
    ole, ole, ole
    ole fabiola
    que vive sola
    viva la vida
    como una ola
    Fabi, Fabiola

    jajajaj
    JUan

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares