FRIO ABSOLUTO





Cuando tus ojos ya ni me tocaban,
y, dentro mia, el frío absoluto
se me acartonó la piel sobre los huesos,
y mis manos, heladas, torpes y pesadas,
cerraron la puerta de nuestros días,
que quedaron a oscuras y en silencio
en algún rincón de la memoria...

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